
La carta de Juan Gelman al presidente Sanguinetti es un texto ejemplar, no sólo como actitud sino también como información. Con todos los datos allí estampados resulta casi imposible soslayar el trágico tema.
Uno puede entender que, frente a esa convocatoria, el presidente se haya conmovido al punto de prometerle a Gelman actuar en consecuencia.
¿Por qué no lo ha hecho hasta ahora?
Es de imaginar las dificultades y resistencias que Sanguinetti habrá hallado en los estamentos militares, e incluso en algunos sectores civiles, para llegar a la verdad del caso, pero es humana y hasta políticamente lamentable que, aun con todos los riesgos que ello implica, desperdicie la ocasión de pasar a la historia como el gobernante que tuvo el coraje de llegar hasta el fondo en el esclarecimiento de un tema tan aborrecible como el secuestro de niños.