Esta entrevista de Leo Maslíah por el también escritor Mario Levrero fue publicada en el número 176 de la revista POSDATA en Montevideo, el viernes 30 de enero de 1998.
Levrero vs Masliah: encuentros cercanos de cualquier tipo
Decido disfrazarme para hacerme presente en la casa de Leo Maslíah.
Elijo unas barbas de Santa Claus y una camisa roja.
Llamo a la puerta. Abre el propio Leo. "Jo, jo, jo", saludo.
Él me tira fuertemente de la barba, pero está muy pegada.
Finalmente acepta el hecho de que soy Santa Claus, y me vuelve a tirar de la barba, ahora con más fuerza.
"¿Por qué el año pasado no me trajiste el trencito que te pedí? ¿Y la pelota que te pedí el año anterior? ¿Y...?" "Está bien, está bien", le digo, "tú ganas. Santa Claus no existe".
Observo su rostro compungido, a punto de estallar en llanto, y me apresuro a aclarar: "Son los Reyes Magos, que se disfrazan de Santa Claus para defraudar a los niños..." Le explico que en realidad yo vengo de la revista para hacerle un reportaje.
Se prende fuertemente de mi barba por tercera vez, pero consigo disuadirlo hablándole con palabras tranquilizantes y amenazándolo con un cuchillo de cortar el pan. Me hace pasar y en un clima distendido y ameno doy comienzo a la entrevista.

Casi me sale un cuestionario de Proust

M. L.: ¿Te parece que hagamos una pequeña sección de preguntas frívolas, como ésas que salen en algunos suplementos? Algo del estilo de: 'una actriz de cine', 'un libro', 'una marca de papel secante'.
L. M.: OK.
-¿Preferís los perros a los gatos?
-¡Noooo! Ni tampoco lo contrario.
-¿Cuál es tu signo del Zodíaco?
-Es gracioso que esa pregunta sea sinónimo de '¿de qué signo sos?', indicando una relación de pertenencia recíproca que muchos amantes ni siquiera llegan a alcanzar. En mi caso la relación sería narcisista, porque soy de Leo.
-¿Por casualidad, o porque quien eligió tu nombre quiso que coincidiera con el signo?
-Es lamentable que los signos del zodíaco se conozcan como 'signos', ya que no son tales, y eso induce a ciertas confusiones: en mi caso, mi nombre coincide con el nombre del signo, o sea con su signo. Pero no con el signo en sí.
-¿Y en el horóscopo chino?
-En el horóscopo chino soy zarigüeya.

-Un nombre de mujer...
-Semsiramis.
-Un nombre de pez...
-Mientras sea ganoideo, cualquiera me sirve.
-Tu actriz de cine preferida.
-Sean Young.
-Actor de cine preferido.
-Julien Bertheau.
-Una película...
-La vía láctea.
-¿Tu programa de TV preferido?
-Los chicos del pasillo.
-Cómico preferido.
-Raúl Tarufetti, o Dr Tangalanga.
-¿Con qué héroe real o imaginario te identificás?
-Butt-Head.
-¿Odiás algo, aparte de los reportajes?
-Los inspectores de ómnibus que golpean los vidrios con una monedita.
-Tus escritores preferidos, aparte de mí.
-Fernand Combet, Philip K. Dick, Kafka, Poe, Bruno Schulz, Raymond Roussel, Juan Pérez Zúñiga, Danil Jarms.
-¿En ese orden alfabético?
-Sí. Y de derecha a izquierda.
-¿Sos feliz?
-Yea.
-¿Le tenés miedo a algo?
-Voy a plagiar una respuesta tuya a esta pregunta, que me pareció excelente: "al dolor físico".
-¿Qué faceta de tu personalidad destacarías? (Faceta, característica, segmento... no me hagas juegos de palabras).
-El anverso (no podés prohibírmelos).
-¿Por qué revolvés el café en el sentido antihorario?
-Ignórolo.
-¿Pero sos consciente de que revolviendo en un solo sentido no se disuelve toda el azúcar?
-Mirá, el hecho de que digas "toda el" me saca completamente las ganas de tomar café. Ahora no lo quiero.
-Tu comida preferida.
-Boios.
-¿Qué es eso?
--Una joya de la gastronomía sefaradí.
-Un tango preferido.
-Lo que vendrá.
-Un color.
-Negro.
-Una flor.
-Jazmín.
-Un número de tres cifras, las tres iguales.
-555. Te sorprendí, ¿verdad?
-Sí; no esperaba que respondieras con un número... Si pudieras matar impunemente, ¿a quién matarías?
-Preferiría no decirlo porque así, si un día logro afiliarme al club de los impunes, lo/a agarro desprevenido/a.
--Tu programa de computación favorito.
-El scandisk.

Entrevista a Leo Maslíah (propiamente dicha)

M. L.: No sé qué pensarás de las entrevistas, en general, y de ésta en particular. A mí me pareció siempre un género con poca gracia, más bien forzado, irreal; pero eso tal vez se deba al hecho de que la mayoría de las veces me encuentro del lado malo de las entrevistas, o sea, del lado del tipo que no cobra nada. Ahora vos no vas a cobrar nada por esta entrevista, y en cambio yo sí voy a cobrar; eso cambia un poco mi óptica en lo que respecta a las entrevistas. Pero no sé si querías decir algo sobre el tema.
L.M.: Sí, bueno, de esta entrevista en particular todavía no puedo decir mucho, pero en general sí, estoy bastante de acuerdo, es un género un tanto... hasta irritante, diría. Además, es un género pero no sé de qué.
En este caso, sin embargo, estoy dispuesto a encararlo con alegría, aunque ya el 50% del entusiasmo se me está yendo por eso que me decís, que no me van a pagar.
-¿En cuál de tus muchas facetas artísticas creés expresarte más cabalmente, más completamente? ¿Por cuál de ellas te gustaría ser recordado?
-Creo que me gusta más ser recordado en función de cosas no artísticas, como el hecho de revolver el café con leche moviendo la cuchara con la mano derecha en sentido antihorario. Lo que más me gusta es que me recuerden personas de sexo femenino que desconozcan mi actividad artística (como una ex novia -a la que yo haya dado un falso nombre-, un flirt o una tía abuela demasiado vieja como para registrar cualquier cosa que yo haya hecho después de los cinco años)...
-Pero yo te preguntaba...
-...con respecto a lo primero, te diría que no veo tanto el arte como una expresión. Creo que, sin duda, hay algo de eso, pero es quizá la parte más deleznable del acto creativo. Prefiero dejar ese aspecto de la cosa a los que cultivan la autoayuda. Como Oscar Wilde en El retrato de Dorian Gray, o como ciertas posturas budistas, prefiero encarar el acto creativo como una negación. Esto también lo plantea el pintor argentino Luis Felipe Noé en su Antiestética.
Hablar de 'expresarse' en el arte puede dar la falsa idea de algo preexistente, que será comunicado. Por lo tanto, ahí no hay creación. Quien realmente crea no se puede expresar. ¿Nunca te pasa, como profesor de taller literario, el advertir que los alumnos que más tratan de expresarse ellos, son los que más parálisis creativa sufren?
-Es cierto.
-Una vez, un músico que asistió a un curso de composición que hice en Bariloche me dijo que lo que aspiraba encontrar ahí era un mecanismo que le permitiera ser original, y yo, dándome aires de maestro Zen, le contesté que ese mecanismo él lo encontraría cuando dejara de buscarlo.
-Sí, de acuerdo. Pero habría que ver el uso que cada uno le da a las palabras. Yo digo 'expresarse' con relación al arte, como lo digo también con relación a un rostro que puede expresar dolor o alegría, por ejemplo; no remite a algo preexistente, sino simultáneo; es más: forma parte del fenómeno 'dolor' o 'alegría'.
Por otra parte, yo siempre sentí que sí, que hay algo 'preexistente que será comunicado', aunque la comunicación propiamente dicha no pertenece a esa instancia, sino a una instancia posterior que podrá existir o no; yo diría mejor algo preexistente que será manifestado (= expresado), en el sentido de algo inconsciente que pasará a los dominios de la consciencia, aunque sea por un rato. Eso es lo que siento a partir de reflexionar sobre mi propia experiencia de creación.

-Bueno, yo...
-El acto de creación sería, en mi experiencia, aquél en que un contenido es vertido desde una zona inconsciente del ser hacia la consciencia; pero no cualquier contenido, sino un contenido que tiene en sí mismo una estructura estética. O por lo menos una intención estética, que se completa con la intervención del yo consciente al transcribirlo sobre un soporte material, por ejemplo al escribir; sería el caso de un sueño que tiene una gran riqueza de imágenes y vivencias pero que no está estructurado como un relato coherente, y que al escribirlo uno lo va estructurando, quitando y poniendo algunos elementos para que el resultado tenga validez estética.
-Sí, conozco tu postura en relación a estas cosas y la comparto bastante. Prefiero evitar una discusión sobre el Esbozo de una Teoría de las Emociones, de Sartre (lo digo por lo de la expresión del rostro), pues soy lego en el tema. Claro que cualquier creación es una expresión. Cuando vos escribís, estás expresando, pero no estás necesariamente expresando-te.
-De todos modos, no me has contestado la pregunta; mi intención era tratar de enterarme con cuál de las múltiples formas de tu arte te sentís más identificado, o te gustaría que te identificaran los demás. Por ejemplo, que digan 'el músico Maslíah', 'el escritor', 'el hombre de teatro', 'el autcantor', 'el poeta' (y a lo mejor me olvido de algo). ¿O te es indiferente? ¿O no sentís esas actividades como distintas una de otra?
-Tu pregunta me pide que haga un estudio comparativo en cuanto a cuál de mis expresiones representa más cabal o completamente a un me con el que quizá no tienen nada que ver, y cuya existencia no sé sobre qué bases das por sentada.
Por eso no puedo contestar. Pero te voy a decir una cosa: lo que más me gusta es la música. Tirurí...
-Por lo general, la inspiración para una canción, ¿se te presenta inicialmente como letra, como música, o como ambas cosas simultáneamente?
-Ninguna de las dos. Se me presenta como una energía amorfa, como una llama a la que debo servir urgentemente como combustible.
-Recuerdo cuando escribías lo que resultó tu primera novela, Historia transversal de Floreal Menéndez o algo así. Escribías en un grueso cuaderno, de cien o doscientas páginas, con tinta negra y una letra muy pareja y legible. Entiendo que los escritores suelen necesitar de ciertas pautas, ciertas rutinas. Escribir a mano, el cuaderno grueso, la tinta negra, ¿se transformó en vos en uno de esos rituales, o tus rituales son otros, o en tu caso particular no hay rituales para escribir?
-Tengo rituales, sí. La tinta negra es uno de ellos, cuando se trata de manuscritos. Aunque si no consigo una lapicera negra y consigo una azul, igual puedo escribir, pero va a ser algo muy diferente de lo que habría escrito con la negra. Lo que es casi imposible es que me decida a continuar con lapicera azul un texto empezado con lapicera negra. En cambio, sí podría continuarlo con una roja o una verde; pero tendría que ser otro capítulo. Si hay un segundo capítulo escrito en este color, entonces -y sólo entonces- puedo usar tinta azul, para el tercero. Todo esto se debe, probablemente, a una aversión a la tinta azul cuando ésta -como en mis épocas escolares- era la tinta default. Cuando aparece como recreo o variación, su función cambia y me resulta simpática. Tengo otros rituales: para las novelas La décima pista y Ositos usé caracteres Times New Roman de 13, y si sigo esa historia (antes empezada en máquina de escribir con Zanahorias) voy a tener que hacerlo en ese mismo tipo de letra, o sucumbir.
-Al parecer, en tu caso hubo un reconocimiento precoz de la vocación musical. ¿Estudiaste por gusto o por obligación? Es decir, ese reconocimiento de la vocación partió de vos, o de tu familia?
-Estudié por gusto, y gracias a que mi tío Isi me pagaba las clases de piano (es decir, le pagaba a mi profesora, no a mí).
-Tenés en el piano una pasmosa digitación (si es que se dice así; quiero decir que movés los dedos muy rápido y le pegás a la tecla justa). ¿Tuviste alguna vez la meta de ser concertista de música 'culta'? ¿En qué momento empezaste a sentir la necesidad del 'canto popular', si se le puede llamar así a tu modalidad de cantar y tocar música en público?
-Tenía un poco la fantasía de ser 'concertista' y en pequeña medida la pude hacer realidad porque toqué en algunos 'conciertos'. Pero desde la niñez me gustaba mucho la 'canción'; era fanático de Brassens, y de adolescente empecé a tratar de hacer cosas de ese tipo. En cuanto a mi digitación pianística, creo que hay cierto tipo de cosas de música 'culta' que las puedo tocar bien, pero otras no, porque tengo limitaciones anatómicas; mis pulgares no son del todo oponibles, como los del homo sapiens sapiens normal. Debo tener cruza con pythecantropus, o con orangután. Aunque te digo que, desde mi niñez, el concepto que tengo de lo que es un 'concertista' de piano, ha cambiado mucho. Antes creía -como por mala educación la mayoría de los concertistas creen-, que un concertista está capacitado para tocar cualquier cosa. Pero no es así. Los concertistas se capacitan para tocar cierto tipo de métricas, cierto tipo de digitaciones, pero frente a otras no saben qué hacer.
-¿También la vocación teatral apareció tempranamente? ¿Hacías representaciones caseras para la familia o amigos? ¿Hay algo de eso que se pueda contar, alguna anécdota ilustrativa fascinante?
-En reuniones de amigos, cuando tenía 17 o 18 años, daba sermones religiosos en broma y cantaba una canción cuyo único texto era la palabra 'Manuel'.
-Hay algo terrible y patético en las limitaciones y en las formas de vida e incluso en las formas de arte que impone al artista nuestro medio (me refiero al Uruguay); casi paradojalmente, desde otro punto de vista, difícilmente otro medio permita la libertad y la profundidad que permite el nuestro (una libertad próxima a la del anonimato, una profundidad que va asociada probablemente a la imposibilidad de metas comerciales importantes). ¿Vos también percibís esta especie de paradoja, esta situación de conflicto del artista, o tenés una percepción muy distinta de la mía?
-Lo veo un poco diferente. Creo que, en proporción a la población que tiene, el Uruguay debe ser uno de los países del mundo donde los artistas tienen más posibilidades de difusión de su obra. Todo el mundo se queja, es cierto, pero es que cuando se comparan con artistas de otros países, se comparan con los recontra escasísimos que logran tener una difusión masiva, y no con la enorme masa de artistas subterráneos que, en sus países, jamás lograrán que les saquen una crítica en el análogo de Búsqueda o Posdata o los mencionen en una radio o en un programa de televisión como Muy buenos días o Caleidoscopio. En nuestro medio, con un mínimo de tenacidad, cualquiera puede lograr eso. Y también es cierto que en nuestro medio, por la estrechez del 'mercado' y bla bla bla, las posibilidades de difusión masiva tienen un techo mucho más bajo que en otros lados. En cuando a lo de la libertad creativa y todo eso... no sé, creo que eso puede ser una impresión auspiciada por el escaso conocimiento de lo que afuera se hace de realmente creativo. Como sólo nos llega lo peor, parece que lo de acá fuera mejor. Pero acá también hay un rígido establisment que habilita ciertas rutas artísticas e inhabilita otras.
-¿Podrías aclarar un poco?
-Te cuento una divertida experiencia que realicé, y que si bien no me aportó los dividendos que apetecía, confirmó mis temores. El año pasado me presenté a un concurso de cuentos con dos trabajos, firmados con distintos seudónimos. Uno de los cuentos me llevó varios meses de elaboración y no sé si es bueno, pero creo que responde a una concepción original y puse en él toda la energía de la que soy capaz. El otro lo hice en unos pocos días valiéndome sólo de clichés que, pensé, serían del agrado del jurado; pertenecería al universo literario plausible y available para el escritor uruguayo actual. Pues bien: este cuento no ganó, pero sacó una de las menciones, entre más de mil cuentos presentados. El otro ni figuró. Quién sabe cuántas maravillas prohibidas habrá habido entre los restantes. ¡Capaz que hasta algún cuento tuyo!
-No, no. 'Macaco viejo...' Y sin cambiar del todo el tema: ¿no te resulta chocante, desconcertante, fatigoso... eso de tener que vivir en un mundo que es por lo menos doble, si no triple o múltiple? Quiero decir: uno no puede decir lo que piensa, o bien por no lastimar al otro, o bien para que el otro no lo liquide a uno...
-Creo que...
-...quiero decir, todos saben que ese político roba, pero los de su partido buscan la forma de defenderlo, y los de otro partido buscan la forma de hundirlo, no porque les moleste que robe, sino porque les molesta que no sea del partido de ellos. Pero deben defenderlo unos y hundirlo otros sin que los demás nos enteremos de cuál es el juego, de por qué lo defienden y por qué lo hunden, y la gente, que siempre sabe cuando un tipo es chorro, porque tienen una gran intuición, o porque creen que todos son chorros, de todos modos luego van y votan por el tipo...

-Bueno, lo que yo digo es...
-...Y eso no pasa sólo en política; está la publicidad, donde lógicamente el que quiere vender algo paga para que se canten loas a lo que quiere vender, y no se mencionen sus defectos; y desde la publicidad se manipula, te muestran la foto de una mujer hermosa para que la asocies con el cigarrillo que te va a matar o con el auto que te va a matar o va a matar a otros (a todos, polucionando el aire). Todos sabemos, o todos deberíamos saber, o darnos cuenta, de que nos mienten y nos manipulan, y sin embargo esos productos se venden. Y también en la familia de uno hay multitud de niveles de 'realidad', y casi todos son truchos. Vos, tipo sensible, ¿cómo hacés para vivir con eso?
-Es duro, sí. Yo creo que en los comerciales de cigarrillos, en vez de poner mujeres lindas, tendrían que poner feas.
-¿Has tenido experiencias que puedas entender como telepáticas, o de precognición?
-Tuve algunas. Soy bastante buen receptor telepático, aunque mal transmisor.
-¿Alguna de esas experiencias es especialmente memorable?
-Quizá no tiene nada que ver con la pregunta, pero las experiencias 'paranormales' más notables que tuve no se relacionaron especialmente con la telepatía. Una vez tuve una conversación telefónica de ruptura con mi novia, en Buenos Aires, estando en casa de un amigo por Villa Urquiza. Después yo tenía que ir al centro y él se ofreció a llevarme en su auto. Por el camino el auto empezó a andar mal y él salió de las avenidas para meterse en calles de poco tránsito. Después empezó a deambular erráticamente buscando un taller, y sin yo decirle nada, en cierto momento estábamos en la esquina de la casa de mi novia, que era por Palermo. Yo me bajé ahí, y desde entonces el auto siguió marchando perfectamente. También tuve una experiencia de 'telequinesis' bastante difícil de creer. Desde entonces sé que estar uno en cierto lugar... no es lo que parece.
-¿Permanecés en Uruguay por cálculo o por ese apego insuperable que sufrimos la mayoría de los uruguayos?
-El Uruguay no es un río, es una palabra guaraní mal escrita y mal pronunciada.
-¿De qué manera debería escribirse y pronunciarse?
-No sé. No sé guaraní. Sólo oí un poquito.
-De existir la reencarnación, ¿te gustaría reencarnar en un ser más o menos evolucionado que vos?
-Tengo una vieja canción titulada 'La reencarnación del zapato'. No sé si eso contesta tu pregunta. En caso de que no -y aunque esto tampoco la conteste, igual aprovecho para decirlo porque tiene un poquito que ver con el tema-, te digo que mis creencias sobre este punto son las siguientes: yo podría creer perfectamente en la reencarnación, si supiera que existe la encarnación. Pero como considero bastante inconsistente el concepto de encarnación, no llego siquiera a plantearme la posibilidad de la reencarnación. Finalmente, hay otras complicaciones para contestar a tu pregunta: no creo en la evolución, ni tampoco en el ser.
-Puedo comprender que no creas en todas esas cosas, excepto en el ser. Sería interesante si pudieras explicarlo un poco.
-Me adhiero a las ideas de ciertos 'filósofos' contemporáneos, según los cuales la mayor parte de los problemas tratados por los filósofos clásicos provienen de analizar el sentido de algunas palabras que, como 'ser', sólo cobran sentido cuando están relacionando a otras palabras entre sí. Claro que este no sería exactamente el caso cuando hablamos de que yo, en otra encarnación, sea un cuervo o una rata. Pero entonces aquí el mismo problema se traslada a la palabra 'yo'.
-¿Creés en algo?
-Es muy tramposo el uso que suele darse a la expresión 'creer en'. Porque mucha gente, cuando le conviene, la usa para defender la existencia de algo, y cuando le deja de convenir, la transforma en defensa del valor que ese algo tiene. Por ejemplo, alguien te puede decir que cree en los extraterrestres (refiriéndose claramente a que cree en su existencia o en su presencia) y negar que crea en la maldad (pese a estar dispuesto a reconocer que la maldad exista y esté entre nosotros). Buñuel hace un elegante señalamiento de este tipo de deshonestidad cuando en El discreto encanto de la burguesía hace decir a una mujer "creo en Dios; pero lo detesto". Debido al mal uso de esta expresión, opto por decir que yo no creo en cosas, sino que creo cosas.
-No creer en nada, ¿es equiparable a creer en nada, o en la nada? ¿O es creer en algo?
-Creo que no es equiparable. Al menos hoy en día, en que la palabra 'nada' significa lo contrario de lo que significaba hace quinientos o seiscientos años. Creer en nada puede ser nada menos que El Génesis. Como en teoría de conjuntos, donde el número uno se define como el conjunto cuyo elemento es el conjunto vacío. El dos es el conjunto que contiene al uno y al conjunto vacío, etcétera.
-¿Qué es nada? (Es decir, desde tu punto de vista, si es que creés en los puntos de vista).
-Si usted me pide que identifique 'nada' con alguna 'cosa' (por más inconsistente que esta sea), va por mal camino. Ahora, si me pregunta por el significado de la palabra 'nada', me gustaría contestarle con una mentira, a saber: que no tiene significado. Pero si vas a seguir con ese tipo de preguntas te advierto lo mismo que le dice Peter Boyle a Robert De Niro en Taxi Driver: que no soy Bertrand Russell.
-¿Qué hacés cuando se te vuelca yogur en el teclado de la computadora, o de algún instrumento musical?
-Lo sorbo y/o lo lamo.
-¿Sos hincha de (o al menos simpatizás con) algún cuadro de fútbol?
-Me gusta el fútbol, pero no simpatizo con los cuadros. Prefiero una cancha con 7 000 millones de personas donde todos juegan contra todos, y nadie se la pasa a nadie.
-¿Por qué será ese fenómeno de la polaridad entre dos cuadros? ¿Por qué no son todos hinchas de Nacional, o todos hinchas de Peñarol?
-En la antigüedad era así; todos eran hinchas del mismo equipo, y asesinaban a los jugadores del equipo contrario. Entonces, de a poco, surgían divisiones en el equipo vencedor, y estas divisiones se profundizaban hasta llegar al cisma. Se formaban dos equipos. Pero uno tenía más simpatizantes que el otro, y los de este último acababan por ser asesinados, y la historia volvía a recomenzar.
-Llegando al final de la entrevista, debo reconocer el fracaso. Creo que no debería aceptar este tipo de trabajos, que en última instancia me llenan de conflictos y frustraciones. Por ejemplo, tengo entendido que un buen periodista casi no aparece en sus reportajes; que hace hablar al otro sin decir casi nada, actuando sólo como un estímulo apenas presente. Yo hice todo lo contrario, tal vez por razones narcisistas, tratando de mostrar que yo también puedo ser inteligente o ingenioso, etcétera. En última instancia, creo que este reportaje no aporta mucho a toda la serie que te habían hecho anteriormente. Tengo que pedirte disculpas, y quisiera hacer algo como reparación. ¿Querés que borremos todo y empecemos de vuelta? ¿Querés que suprima las preguntas y hablar libremente frente a un micrófono? ¿Cómo puedo hacer para tener éxito en la vida?
-Para tener realmente éxito en la vida, hay que seguir tres reglas (o cuatro, ya que esta también lo es):
a) no regirse por más de dos reglas.
b) no obedecer otra regla que ésta.
c) atenerse a esta tercera regla sólo en los casos en que uno haya metido demasiado la pata en la aplicación de las otras.
Con respecto a lo anterior, pienso que el narcisismo de tus razones no debe preocuparte. Si te preocupa es porque eres demasiado altruista, y piensas más en lo demás que en ti mismo. Y no debes pensar que porque las razones sean tuyas, su narcisismo te será atribuido: si tu auto es a gas-oil, eso no implica que tú también lo seas; y aunque tu canario sea amarillo, tú puedes ser verde.