A punto de estrenar un nuevo espectáculo, nos pareció oportuno mantener un diálogo con Leo Masliah. Como ya siendo cerrajero colaboró con el N 1 de El Dedo, y aunque desde que no hay en Guambia ninguna mujer que le interese no colabora más con nosotros, lo seguimos considerando un tipo de la casa. Vale la aclaración porque para nosotros intentar con él una entrevista en serio, sería imposible. Ni siquiera pudimos lograr sentarnos cara a cara con él para hacerle las preguntas: desde que se convirtió en cibernético, se escuda tras el módem para sólo conceder entrevistas por e-mail. Por esa vía le mandamos un listado de preguntas que Leo contestó con su inconfundible estilo: mucha ironía, alguna perspicacia, y un derroche de inteligencia. Aquí están los resultados, un disparatario que seguramente nuestros lectores gozarán como tantas veces lo hicieron con sus notas publicadas en estas mismas páginas.
¿Por qué quisiste hacer esta nota vía mail?
No es que haya querido hacerla vía «mail», sino por escrito. Me expreso mejor por escrito, que oralmente; por otra parte, lo escrito se presta menos a distorsión o malos entendidos. A buen entendedor pocas palabras bastan, pero los periodistas, en general, te piden muchas.
¿Dónde estudiaste?
Hice el curso de soldadura de AGA.
¿Qué recuerdos tenés de la escuela?
¡Puf! Tengo la cabeza llena de recuerdos. Recuerdo por ejemplo la Cañada del Cementerio, recuerdo la línea del talweg. Me acuerdo que en tercer año la maestra nos hizo escuchar «Cielito de los tupamaros» de Osiris Rodríguez Castillos. También me acuerdo que los libros de texto franceses (iba al Liceo Francés) eran a color, mientras que los de acá eran a una sola tinta y las fotos estaban todas mal impresas.
¿Cuál fue el primer juguete que te regalaron?
El primero de que tengo memoria era un Popeye.
¿Eras un niño de jugar al fútbol y a la bolita o ya cultivabas el perfil intelectual?
De frente, era de jugar al fútbol en la calle; de perfil, era de jugar con figuritas. Aunque también dedicaba mucho tiempo a leer. Leía Hopalong Cassidy, Red Ryder, La Pequeña Lulú, Periquita, Superman, Batman, (Campeones de la Justicia, Flash, Linterna Verde), Aventura, El Conejo de la Suerte, Lorenzo y Pepita, Sal y Pimienta, Mary Juana y Sifo, Clásicos del Cine, Domingos Alegres, Porky y sus amigos, Titanes Planetarios, entre otras publicaciones de Editorial Novaro y de otras de otros países como Fantasía, Variedades, El Tony, etc.
¿Sos o no sos tímido? ¿Es cierto que cuando hay una mujer adelante tuyo se te va toda la timidez?
Soy muy tímido frente a los jaguares y los yacarés, indistintamente de que sean machos o hembras.
¿Sos como Woody Allen?
Esa pregunta sólo se la aceptaría a alguien que dé pruebas de conocer personalmente a Woody Allen. La gente que cree conocerlo por haber visto a los personajes que él representa en sus películas o por haber leído libros chismográficos, me da mucha tristeza.
¿Y el oficio de cerrajero cómo llegó?
Fue un poco casual. Yo trabajaba en FUNSA en la parte de mantenimiento, y quedó vacante el único puesto de cerrajero de la fábrica. Félix Altamiranda, un compañero que trabajaba en matricería pero era cerrajero experto, me enseñó algunos rudimentos para presentarme al concurso interno que siempre la fábrica instituía para llenar las vacantes (antes de buscar afuera), y así me presenté y quedé. Después, cuando me fui de FUNSA, empecé a trabajar en distintas cerrajerías y también tuve un puestito yo, por la Unión y después por Pocitos.
¿Alguna vez falsificaste alguna llave?
Una llave falsificada sería una que no abre la cerradura para la que se supone está destinada... Así que hacer la falsificación no resulta muy operativo...
¿Qué parentesco tenés con los del Emporio y los propietarios de caballos de carreras?
Ninguno. Muchas veces me llegó el rumor de que yo era de esa familia, y que me habían desheredado, pero es una reverenda falsedad. No tengo parentesco con ellos, ni con el traumatólogo Masliah.
Musicalmente ¿cómo fue tu formación?
Estudié piano con Bertha Chadicov y Wilser Rossi, armonía con Nydia Pereira Lisaso, órgano con Manuel Salsamendi y composición y análisis con Coriún Aharonián y Graciela Paraskevaidis.
¿Y la de escritor?
No tuve.
¿Qué llegó primero, la escritura o la música?
Todos los niños cantan antes de aprender a escribir. Yo no fui una excepción.
¿Sos un lector compulsivo?
No, revulsivo. Vomito sobre los libros que estoy leyendo.
¿Es cierto que sos obsesivo a la hora de trabajar, tanto para escribir como para componer?
No tengo hora para trabajar, así que mal puedo detentar un atributo sujeto a tenerla.
¿Por qué te parece que tenés más reconocimiento en Argentina que acá?
No sé si es tan así; comparar Uruguay con Argentina, en ese plano, sería como comparar Juan Lacaze con Montevideo. No por el hecho de que un músico tenga más «presencia» en Montevideo que en Juan Lacaze, quiere decir que sea más reconocido en un sitio que en el otro.
¿Cuáles son tus páginas de internet preferidas?
No he visto lo suficiente como para tener un dictamen serio y responsable, en este nuevo tiempo de comunicaciones que, de cara al nuevo milenio, nos aplasta la ñata contra el vidrio del monitor.
¿Te metés en páginas porno?
Sí, pero no conozco muchas. Pasame todas las direcciones que tengas.
¿Cómo te resultaron tus experiencias haciendo radio?
Ahora estoy haciendo microprogramas para Radio Nacional de Argentina. Las experiencias que tuve acá fueron buenas, pero muy fragmentarias. Espero en algún momento poder hacer algo más sostenido. Me gusta trabajar con edición de audio en computadora, crear ficción radial. Creo que la experiencia más linda fue el radioteatro que hacía hace dos o tres años con el equipo del programa Radar, que tenía Rada en la X, con César Martínez, Lea Bensassón y Silvana Lombardini. Fueron dos radioteatros: «Bien Crazy» y «La hija de la pavota». Yo escribía los libretos, se los enviaba, ellos grababan las voces en la radio, me daban la grabación, y yo la editaba en casa, poniéndole música especialmente hecha para la ocasión, y grabando acompañamientos para las improvisaciones vocales de Rada y de César. Era muy divertido. Ja, ja, ja, ja, ja.
¿Cómo se llama el espectáculo que estás preparando?
Se llama «Ex hitos».
¿Cuándo y dónde lo presentás?
En la Sala Zitarrosa, los jueves a partir del 13 de abril, hasta el 4 de mayo. Son cuatro jueves, y las funciones son a las 21 horas.
¿Alguna vez te enamoraste de algo/alguien?
Me enamoré de gente. De objetos todavía no, pero hay un florero en casa que me está empezando a despertar cierta ternura.
¿Creés en Dios o la Virgen? ¿por qué?
La pregunta sugiere lo interesante que sería fundar una secta que crea en la Virgen, pero no en Dios. Tendría la ventaja de evitar toda la discusión sobre si pudo haber sido viable la inmaculada concepción.
¿Saliste alguna vez en Caras, Gente o Semanario? ¿las leés?
En Gente salí varias veces, y alguna vez me entrevistaron. En las otras, no te sabría decir. No, casi nunca leo esas revistas. Sigo leyendo las que te mencioné en una pregunta anterior.
¿Como qué te gustaría que te recordara la gente?
Como la única persona que acertó dieciséis semanas seguidas al Cinco de Oro.
¿Tenés pensado algún epitafio para tu última morada? ¿será morada?
No lo pensé. De todos modos va a ser un lugar bastante inhóspito, porque me gustaría que me cremaran, pero con crema Chantilly, y después, cuando reviente, va a ser un enchastre de aquéllos...
Leo MasliahNombre completo: no tengo dos nombres, así que no me pidan dos apellidos. Lugar y fecha de nacimiento: Montevideo, 1954. Estudios: secundaria incompleta. Títulos: profesor de piano por el conservatorio María A. Piola. Hincha de: no tengo parcialidad futbolística. En los partidos, tomo partido por el césped de la cancha. Hobbie, etc.: mirar Bonanza y Cheers. Cantidad de matrimonios: uno (ya no vigente en la actualidad). Hijos: una. Gata: una |